En la actualidad, existe un consenso cada vez más generalizado en el sector agrícola acerca de la necesidad de mejorar la sostenibilidad y preservar el medioambiente, reconociendo que esto depende en gran medida de la optimización de la producción en las mejores tierras de cultivo. Este enfoque se centra en reducir la presión sobre aquellas áreas que podrían destinarse a otros fines, incluida la conservación.
En este contexto, los fertilizantes bioestimulantes han emergido como una herramienta fundamental para promover una agricultura más sostenible. Estos productos contienen sustancias naturales o microorganismos que estimulan los procesos fisiológicos de las plantas, fomentando un crecimiento saludable y mejorando su resistencia a factores de estrés abiótico y biótico.
El papel crucial de los bioestimulantes se manifiesta en su capacidad para aumentar la eficiencia en el uso de nutrientes. Esto implica que los agricultores y ganaderos pueden aprovechar de manera más efectiva los fertilizantes, permitiendo un mejor aprovechamiento de nutrientes del suelo que, de otra manera, no estarían disponibles para las plantas. Un ejemplo destacado es la solubilización del fósforo en formas accesibles para las plantas, lo que eleva la calidad nutricional de los cultivos.
Además de favorecer la absorción de nutrientes, los bioestimulantes desempeñan un papel crucial en la capacidad de las plantas para tolerar el estrés abiótico, como sequías, temperaturas extremas, salinidad e inundaciones. Las duras condiciones de crecimiento pueden reducir los rendimientos de las cosechas, ya que los cultivos desvían energía hacia respuestas al estrés. En ausencia de bioestimulantes, el estrés puede incluso matar a la planta. En este sentido, los bioestimulantes actúan como un «seguro biológico», ayudando a las plantas a sobrellevar mejor el estrés y asegurando rendimientos más elevados.
Aunque no es su razón principal de uso, conseguir que las plantas sean más vigorosas ante el estrés abiótico probablemente las hará menos vulnerables a las enfermedades, de la misma manera que siguiendo una dieta equilibrada y saludable las personas logramos prevenir la aparición de ciertas enfermedades.
Otro aspecto importante es que los fertilizantes bioestimulantes favorecen un desarrollo radicular más robusto y contribuyen a mejorar la eficiencia en el uso del agua. Este efecto positivo en la gestión hídrica se traduce frecuentemente en un aumento general del rendimiento de los cultivos.
Todos estos beneficios han sido ampliamente probados y documentados en ensayos de campo y si bien los resultados dependen del cultivo en cuestión, del producto utilizado, del estado original del suelo, e del manejo, se han observado aumentos mínimos de rendimiento relacionados con el uso de bioestimulantes de en torno al 5 al 10%.