Mari Cruz Fernández: “La pertenencia a una cooperativa es imprescindible para garantizar la rentabilidad de una explotación”

A menudo se dice, y con mucha razón, que el trabajo en el campo es de los más duros que existen porque los animales y sus cuidados no entienden de agendas saturadas, compromisos ineludibles, vacaciones ni festivos. Sin embargo, Mari Cruz Fernández reparte su energía y jornada entre las exigencias de su explotación ganadera situada en la localidad de San Martín (Valdés) y su labor como presidenta de Campoastur, referente cooperativo del mundo rural asturiano.

“En la explotación la jornada arranca temprano, sobre las 7 de la mañana, con el ordeño, labores de limpieza, atención de los terneros y numerosas tareas administrativas”, explica Mari Cruz sobre su rutina diaria. “En cuanto a la cooperativa, trato de organizarme con la dirección en mis horas libres y generalmente no hay problema. Los días que tengo que ausentarme de la explotación para acudir a reuniones recurro a un servicio de sustituciones”.

La ganadería no fue, sin embargo, la primera opción de esta asturiana de espíritu emprendedor e inagotable energía. “Nunca pensé que podría vivir de nuestra ganadería, que no tenía base territorial, pero con el tiempo fueron cerrando explotaciones y mi familia adquiriendo terreno. Mi hermano fue el que decidió llevar adelante el proyecto de ampliación y así pasamos de una pequeña explotación que hasta entonces había dirigido mi madre, a contar con una ganadería de mayor tamaño. En aquel momento yo trabajaba fuera y decidí regresar y apostar por el proyecto, algo de lo que me siento muy orgullosa”.

En este proceso de convertir la ganadería familiar en un negocio de futuro, la pertenencia a una cooperativa jugó un papel muy importante. Fernández explica que “las numerosas necesidades que tiene una explotación hacen que ser socio de una cooperativa constituya un valioso recurso. Nosotros realizábamos allí las compras de materias primas y nos beneficiábamos de los múltiples servicios que ofrecía, además de asistir a los cursos y jornadas de formación que programaban para mantenernos permanentemente actualizados. Hoy la cooperativa sigue siendo imprescindible para garantizar la rentabilidad de una explotación, tanto en suministros y piensos, como en servicios y comercialización de productos finales».

Pocas personas conocen como Mari Cruz las dinámicas, funcionamiento y potencial del entramado cooperativo en el norte de España. Y es que antes de ser nombrada presidenta de Campoastur en el año 2012, ya ostentaba el mismo cargo en La Oturense, una de las seis cooperativas que se fusionaron para dar lugar al proyecto.

“Echando la vista atrás y aún reconociendo los retos a los que nos enfrentábamos, que seguramente no eran pocos ni pequeños, puedo decir que no conservo ningún recuerdo negativo de aquel momento de transición. Estábamos todos muy ilusionados con la unificación de las cooperativas y ver la evolución tan positiva que tenido Campoastur, que hoy cuenta con 19 delegaciones, una de ellas en Oviedo, y genera 190 empleos directos y más de 60 indirectos, me lleva a pensar que algo hemos hecho bien”.

«La cooperativa sigue siendo imprescindible para garantizar la rentabilidad de una explotación, tanto en suministros y piensos, como en servicios y comercialización de productos finales».

 

Referente para las mujeres en el medio rural

Como mujer ganadera y presidenta de su cooperativa, Mari Cruz se ha convertido en toda una inspiración para las mujeres que desarrollan su actividad en el ámbito rural, y que a menudo han carecido de visibilidad y oportunidades para ocupar posiciones de liderazgo.

“Las mujeres tenemos un papel fundamental en el medio rural. Somos empresarias, jefas y administradoras, a la par que madres, gestoras del hogar y cuidadoras de los abuelos. Esta enorme carga provoca que muchas veces sintamos que no tenemos tiempo para asumir cargos de responsabilidad en los órganos de gestión de las cooperativas. En general poseemos un fuerte sentido de la responsabilidad y nos da miedo comprometernos con tareas que no sabemos si podremos desempeñar al cien por cien”.

«Cuando una mujer ocupa un espacio o accede a una determinada posición que tradicionalmente se reservaba a los hombres, derriba un muro y allana el camino para que las que vienen detrás lo tengan más fácil”.

En este sentido, añade Fernández, “conozco a muchísimas mujeres anónimas con gran capacidad y recursos para ejercer el liderazgo, pero cuando las invitamos a participar en el Consejo Rector de la cooperativa les asaltan las dudas sobre su valía. Por eso, parte de mi labor es animarlas a dar el paso y convencerlas de que su mera presencia es importante. Y es que cuando una mujer ocupa un espacio o accede a una determinada posición que tradicionalmente se reservaba a los hombres, derriba un muro y allana el camino para que las que vienen detrás lo tengan más fácil”.